Día del Patrimonio Olvidado

Hablar de patrimonio es, sin duda, hablar del pasado, del legado que hemos heredado de nuestros ascendentes, del paso del tiempo, hablar un poco de historia también. Hablar de patrimonio olvidado es hablar de legados que ya dejamos de tener en la memoria, que el paso del tiempo borró, que dejamos de tener en nuestro afecto o que simplemente dejaron de ser lo que eran.

Este pasado domingo 27 de mayo, por segundo año consecutivo, nuestro “FotoClub Tarapacá” ha decidido participar nuevamente en la celebración del día nacional del patrimonio; esta vez con la premisa auto impuesta de trabajar como tema, “El Patrimonio Olvidado”.

Sin duda decenas de imágenes recorrieron nuestros estudios personales, antes de tomar la decisión de seleccionar sólo tres para ampliar. Es que en nuestra cuidad pareciera que todo huele a patrimonial; a veces huele tan cerca de nuestras narices que el común de las personas no lo logra distinguir; tal vez si no fuera por Wladimir Balaic, no lograríamos ver el viejo muelle de concreto y pilares redondos, enclavado en el otrora balneario de la playa “El Colorado”, mudo y silencioso testigo del auge y caída de la empresa pesquera, hoy transformado en una especie de testigo presencial del flujo vehicular a Zofri.

Es que nuestra cuidad parece también estar llena de héroes. Héroes que se resisten, como en un fulgurante combate, a ser olvidados. Hombres capaces de tener a todo un país en vilo, pendiente de las noticias que en esa época sólo la radio sabía entregar y que hoy se reencarnan en los puños de chicos, que apenas se adentran en la adolescencia. Son las imágenes de Michael Quezada, las que funden al heroico Arturo Godoy con un joven quinceañero, como si fuera un tutor espiritual que lo dirige desde el rincón de la gloria, y que estoicamente aún resiste, en la memoria de algunos.

Así como hay hombres famosos, también los hay anónimos. Para Carlos Carpio son hombres que llevan sobre sus espaldas el verdadero patrimonio cultural, nuestro patrimonio…y aparecen entre los bofedales, los sikuris de manos curtidas por el frío altiplánico. Algunos con vestimenta de ritual, otros con zampoñas de cañas, los otros con tocados de plumas. Todos, verdaderos embajadores de legado de nuestros antepasados.

Ricardo Ramírez nos lleva de paseo por el Cementerio General de la Capital. Visitamos de la mano de su lente, mausoleos que no envidian la mano de Rodin. Esculturas que acompañan al espíritu, a un viaje infinito; mostrándonos la majestuosidad de un cincel manejado con maestría.

De la capital nos adentramos en las sequedades del desierto, frente al mar, en el camposanto del otrora puerto salitrero de Pisagua. Son las imágenes de Glen Lizardi las que nos revelan el paso incesante del tiempo y el efecto erosionante de la arena y el viento sobre las maderas resecas de pino oregón. El sol y su color parece aplastar las tumbas caídas, testigos enmudecidos del incesante golpeteo de las olas y de las atrocidades de nuestra historia.

Jaime González nos recuerda en sus ampliaciones, que alguna vez se publicó el diario La Aurora y que seguramente, nuestro Willy Zegarra lo tuvo en sus manos.

Es la historia lo que forma al hombre y es el registro de esa historia y de nuestra propia historia, lo que nos forma como fotógrafos. El participar de esta muestra patrimonial, es en cierta medida nuestro compromiso, tanto para con la historia, como para con todos aquellos que ya no tienen el patrimonio en su afecto y que poco a poco va desapareciendo de su memoria.

Glen Lizardi

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